4 Marzo 2014 - Llamado de Amor y Conversión del Corazón Doloroso e Inmaculado de María

La Consagración de mi Inmaculado Vientre en el Templo del Señor. 
Queridos hijos, sepan que Yo fui consagrada al Señor, por ser la primogénita. Desde Mi Consagración, el Señor Todopoderoso consagró todo Mi Ser y como por redundancia consagró, desde ese momento, Mi Inmaculado Vientre. En mi Vientre entró la Luz y no la oscuridad, la Pureza y no lo impío, la Bondad Suprema. Nada manchado y sucio entró en Él, porque fui preservada por el Poderoso desde su Trono.

Cuando ingresé en el Santo Templo de mi Padre, me alegré y me llené de gozo al contemplar a mi Salvador, el Dios de la Paz y del Amor, que me colmó con su Sombra y me llenó de su Amor. Desde allí, mi Vientre fue consagrado, moldeado, apartado de la carne para ser el Primer Sagrario, el Eterno Tabernáculo, la Nueva Arca de la Alianza. Sólo mi Vientre fue colmado para dar vida en abundancia, que es Cristo, y mi Hijo se las quiere dar a todos ustedes. Desde su Trono que soy Yo, sólo así ustedes, mis pequeños, deben asemejarse a Él. Escóndanse en mi Vientre diciendo: 

“Madre, abrígame y apártame del mundo para tu Hijo Jesús. En tu Purísimo Vientre, séllame con la Sangre que llenaste a tu Hijo, cúbreme con esa Purísima Sangre y Carne y llévame a la verdadera Vida en Dios, en su Luz, en su Amor. Amén”. 

Sólo en Mi Vientre, encontrarán un verdadero camino para asemejarse a Mi Hijo. Yo, desde pequeña, fui del Señor, y cuando fui consagrada el Señor me dotó de dones y carismas para esta gran misión. 
¿Acaso no soy Yo, la Llena de Gracia del Espíritu Santo? Por eso, hijitos, desde Mi Consagración en el Templo, Mi Vientre fue sellado como fueron sellados los hogares israelitas en Egipto, cuando el ángel del señor pasó por sus calles destruyendo y aniquilando todo aquello que no era del Señor. Por eso, sólo en Mi Vientre, déjenme que yo aniquile, destierre, todo aquello que es del mundo y de la carne, y llénense de Jesús, de los pensamientos de Jesús, de la vida de Jesús. Amén, Amén, Amén. 

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